En un piso pequeño sin balcón, un solo baño, tres habitaciones minúsculas y un espacio que es al mismo tiempo salón- comedor y cocina, conviven tres mujeres que son además amigas desde la infancia. Ansiosas de contacto, y al mismo tiempo, celosas protectoras de su soledad, las amigas avanzan a duras penas por las horas del encierro mientras el hambre acucia, la necesidad de cualquier cosa, menos de lo que pueda hallarse entre esas cuatro paredes crece y convierte cada momento, cada conversación en un episodio surrealista, y al mismo tiempo perfectamente reconocible.